Iniciamos un nuevo viaje, de esos que tanto nos gustan! Esta vez nos hemos ido algo menos de dos semanas al otro lado del atlántico! Y Miami ha sido la primera parada de este viaje. Apenas hemos tenido un día para visitarla: una ciudad a la que hemos llegado un poco de paso debido a una escala obligada para llegar a nuestro destino final, aunque después de conocerla no nos hubiera importado quedarnos algún día más por allí.
Aterrizamos en el aeropuerto de Miami a media tarde después de volar durante todo el día, y desde allí cogimos un bus que nos llevaría al hostal que teníamos reservado en Miami Beach, más concretamente en el barrio de South Beach. Nada más aterrizar ya nos dimos cuenta que en Miami se habla castellano, hay muchísimo latino y constantemente oyes el español por todas partes. Una vez instalados en el hostal cenamos algo y nos fuimos a dormir, apenas eran las 10 de la noche aunque por el cambio horario nuestros relojes marcaban las 4 de la mañana!
 
A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, desayunamos tranquilamente, y nos preparamos para visitar la ciudad! Empezamos yendo hasta lo que es el barrio financiero de la ciudad, el downtown, rodeado por decenas de rascacielos. Paseamos en Flagler Street, una de las calles comerciales del centro.
Desde allí, caminamos por los alrededores y dimos una vuelta por el Bay Front Park, un parque público situado al lado de todos esos rascacielos, y por el Bayside Market, un centro comercial al aire libre con un montón de puestos, tiendas y bares.
 
Justo al lado estaban la entrada al puerto de Miami, el puerto de cruceros más imporante del mundo, y el American Airlines Arena, el estadio donde juegan los Heats de Miami de basket, una lástima que esa noche no jugasen partido!
 
Muchas cosas nos iban llamando la atención, como las largas avenidas flanqueadas por altas palmeras, las patrullas de policía recorriendo la ciudad montados en buggies de golf, los típicos taxis americanos, o los tradicionales autobuses escolares que tantas veces hemos visto en los Simpsons.
Desde el downtown nos volvimos a South Beach, pasamos por el hostel, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a la playa! La verdad que no teníamos grandes expectativas de las playas de Miami pero en pleno invierno nos apetecía un baño sí o sí: esperábamos una playa urbana, sucia, abarrotada de gente y con un agua tirando a fría. Sin embargo, nos encontramos todo lo contrario: playas tranquilas, limpias y bastantes exóticas con un agua muy clara.
 
Fuimos alternando baños mientras andábamos dirección sur, acercándonos poco a poco a las zonas más concurridas de la ciudad. Caminamos hasta la altura de la calle 15 y pasamos por Española Way, la calle más española de South Beach, con varios restaurantes de comida mediterránea y local, donde aprovechamos para comer.
Después del almuerzo fuimos a la que es la zona más popular de Miami: Ocean Drive. Ocean Drive es una calle paralela al mar muy característica por sus edificios art decó, asi como por todos los bares y restaurantes que tiene. Podría considerarse también como la zona por excelencia del postureo, donde la gente va a lucirse y a pasear en sus super cochazos. Allí ya nos encontramos bastante más gente tanto en la playa como en el paseo marítimo, muchos de ellos patinando, o haciendo ejercicio en los gimnasios instalados a pie de playa.
En la playa aprovechamos también para fotografiar las famosas casetas de vigilantes americanas, bien decoradas acorde con el resto de la ciudad.
 
Luego caminamos un poco más y llegamos hasta el extremo más sur de la isla, desde donde vimos atardecer, antes de volver al hostal.
Nos cambiamos y de nuevo bajamos a Ocean Drive para ver el ambiente nocturno. Todos los restaurantes estaban ya a tope, y vimos entre otras la casa de Versace, en cuya puerta fue asesinado, o la discoteca de Gloria Estefan. Tomamos unas copas para acabar el largo día y volvimos a nuestro hostel; a la mañana siguiente teníamos que ir al aeropuerto de nuevo, volábamos a centro américa, volábamos al Caribe!!