Visitar Bosnia desde Dubrovnik es muy factible ya que son menos de 10 kilómetros los que separan la ciudad croata de su país vecino. Así que aprovechando la cercanía de la frontera, uno de los días de viaje por Croacia decidimos dar el salto a un nuevo país.
Después de haber recorrido Dubrovnik a pie durante nuestro primer día en Croacia, el segundo día recogimos el coche de alquiler que habíamos contratado desde España y nos dirigimos al puesto fronterizo al que llegamos en apenas 15 minutos. Habíamos oído cosas acerca de las colas que se forman en las fronteras, pero en nuestro caso todo el proceso fue rapidísimo: llegamos, mostramos el pasaporte/dni junto al permiso de circulación que nos dieron en el rent a car, y que nos permitía sacar el coche fuera de Croacia, y seguimos la ruta.
El objetivo era llegar hasta la ciudad de Mostar, visitarla durante unas horas, y volver a tierras croatas, haciendo algunas paradas en el camino. La primera de ellas fue en un pequeño pueblo llamado Trebinje, donde desayunamos y en el que nos dieron instrucciones para llegar a unas cascadas que estaban de paso en nuestra ruta hacia Mostar.
Saliendo de Trebinje nos desviamos unos kilómetros para visitar el pequeño monasterio de Tvrdos, rodeados de viñedos y en el que es posible hacer visitas guiadas y catas de vinos. Al llegar no vimos nadie, había una pequeña capilla que estaba abierta y entramos a echar un vistazo, antes de seguir con la ruta.
Desde allí fuimos hacia las cascadas que nos indicaron en Trebinje, cascadas de Kravice. No fue fácil encontrarlas, nos perdimos un par de veces, y siguiendo las indicaciones del gps del móvil acabamos metiéndonos en un carril de tierra que cada vez se iba estrechando más sin saber si llegaríamos a algún sitio. Dejamos de hacer caso del gps y comenzamos a guiarnos por el oído, ya que hubo un punto en el que empezamos a escuchar el sonido del agua. Recorrimos unos cuantos metros más y llegamos finalmente a la cascada, una espectacular caída de agua de 25 metros.
En un primer momento llegamos a los pies de la cascada, justo debajo de la caída de agua. Desde allí podíamos ver como la mayoría de la gente estaba en la parte de enfrente, con mejores vistas y restaurante-cafetería incluido, pero no teníamos forma de llegar, mas que cogiendo de nuevo el coche y dando un rodeo de casi 30 minutos. Finalmente llegamos al acceso principal de la cascada, acondicionado con unas escalinatas y barandillas, y en el que tuvimos que pagar un par de euros por pasar.
Algunos de los pueblos más cercanos a la cascada serían Ljubuski, a unos 8 kilómetros, y Medugorje, a 18. Mostar se encuentra a 44 km.
Al final estuvimos un buen rato en las cascadas, y llegamos más tarde de lo previsto a Mostar, por lo que decidimos buscar alojamiento para poder pasar la noche allí. Pillamos una habitación doble por apenas 15 euros y salimos a visitar la ciudad.
Visita de Mostar en un día
Mostar nos gustó mucho; caminamos por el centro y por sus pequeñas calles de adoquines llenas de restaurantes y tiendas de souvenirs. Y finalmente llegamos al símbolo de la ciudad, el Stari Most, o Puente Viejo, un puente del siglo XVI que une los dos principales barrios y que fue bombardeado y destruido por completo el 9 de noviembre de 1993, durante la guerra de Bosnia que dejó más de 200.000 muertos. Una vez finalizado el conflicto, se procedió a su reconstrucción, quedando inaugurado de nuevo en julio del 2004.
Además del puente son varias las mezquitas que se pueden visitar en la ciudad, la mayoría eso sí previo pago de una entrada.
Pronto se nos hizo de noche por lo que fuimos a cenar. Escogimos uno de los restaurantes del centro con vistas al río donde comimos unos típicos trozos de carne a la parrilla llamados «cevapi» acompañados de pan de pita y verduras.
A la mañana siguiente volvimos a dar un breve paseo por las calles de la ciudad, pasando nuevamente por el puente. Algunos se ganan la vida saltando desde el punto más alto, y tuvimos la oportunidad de ver a uno de los chicos lanzándose al agua.
Después de esto cogimos de nuevo el coche para ir dirección a la frontera croata. De camino, visitamos Pocitelj, un bonito y pequeñísimo pueblo medieval situado a 30 km de Mostar. Pocitelj fue uno de los sitios más bonitos que veríamos en estos días de viaje: las montañas de alrededor, sus árboles verdes, el río que pasaba a su lado, sus casas de piedra, sus murallas y sus mezquitas hacían de este pueblo un lugar único. Aparcamos el coche en la parte baja del pueblo, junto a la carretera principal, y subimos caminando hasta uno de sus miradores, desde el que hicimos un montón de fotos.
Una vez de vuelta en el coche, continuamos ruta hacia la costa dálmata; apenas 15 kilometros nos separaban de estar de nuevo en el país croata
¡Bosnia es el cielo!
Solamente pasamos un día en Bosnia pero lo poco que vimos nos encantó. Tanto las ciudades como los paisajes, impresionantes!!