Bohol, una isla al norte de Siquijor, ha sido nuestro siguiente destino. Nada más poner pie en su capital, Tagbilaran, nos encontramos con una ciudad muy diferente a las anteriores que habíamos visitado en Filipinas: más grande, más caótica y más fea. Cogimos un taxi que nos llevaría a nuestro alojamiento, un hotel con electricidad las 24h del día, y duchas con agua caliente! Las cosas de la gran ciudad jeje. La tarde ya no dio mucho más de sí, nos tomamos una pizza en un centro comercial cercano al hotel y nos fuimos a dormir.
 
En Bohol también alquilamos una moto, así que a la mañana siguiente recorrimos parte de la isla. Bohol es bastante más grande que Siquijor por lo que las distancias son también mayores. Tomamos la moto y empezamos a hacer ruta hacia el centro de la isla. Por el camino pudimos apreciar los efectos de un terremoto que tuvo lugar hace 4 meses: edificios derrumbados, carreteras en obras y puentes hundidos. Precisamente al llegar a un pueblo llamado Loboc nos encontramos con que no podíamos seguir, pues el puente que cruzaba el río había desaparecido tras el terremoto. Para llegar al otro lado sólo se podía a través de un paso provisional de madera que tenía más de 30 escalones. Así que por un módico precio entre cuatro chavales del pueblo nos cogieron la moto a pulso y nos la pasaron al otro lado jeje.
 
De nuevo en camino, hicimos parada en un puente colgante para descansar nuestros culos de tanta moto jaja! Los puentes gemelos colgantes de Sipatan, tienen una estructura completamente hecha de bambú, y cruzan un río que se llama «Sevilla». Durante todo nuestro recorrido por Bohol, nos fuimos encontrando pueblos y ciudades con nombres como Antequera, Sevilla, Carmen, Pilar, Alicia, San Miguel o Valencia.
 
Después llegamos a la atracción estrella de la isla: Las Colinas de Chocolate. Se tratan de más de 1200 colinas en forma de cúpula, y que durante la estación seca toman un color marrón parecido al del chocolate, de ahí su nombre. Ahora en febrero, y con la estación de lluvias recién terminada, estaban completamente verdes. Aquí también pudimos observar algunos de los destrozos que el terremoto de octubre causó en las colinas.
Tras un rato en las colinas de chocolate, y de vuelta hacia Tagbilaran, paramos en un santuario de tarsiers. El tarsier es uno de los primates más pequeños que existen, nacen con un peso aproximado de 23 gramos y de adultos caben en la palma de una mano. Se caracterizan por sus ojos grandes y saltones, recordándonos mucho a los gremlins jiji. Además es el único animal del mundo que se suicida por estrés, de ahí que haya que dejarle su espacio y no se les pueda tocar. La visita nos decepcionó un poco; vimos a tres monitos, que en ese momento dormían escondidos entre las ramas de los árboles. Todo transcurrió muy rápido, la visita no duró más de 2 minutos, y después de hacer más de una hora en la moto para verlos… pues te ofusca un poco jeje.
 
Después de los tarsiers nos fuimos a la playa de «Alona Beach«, en la Isla de Panglao, la zona más turística de Bohol.
La isla queda muy cerca de Tagbilarán, y se puede llegar en moto ya que hay un puente que une ambos lugares. Allí comimos y pasamos el resto de la tarde disfrutando del buen tiempo.
 
En total, día y medio en Bohol, antes de emprender otro largo día de traslados y viajes para llegar a una de las siete maravillas naturales del mundo, pero esto ya lo contaremos en la siguiente entrada 🙂
Jejeje seguro q lo cogería y lo estrujaría xd
A Hugo le ha gustado el monito ese, jeje