Nuestra segunda parada en Jordania sería en el Mar Muerto, uno de los lugares más singulares y peculiares del planeta.
Situado a una altitud de 400 metros bajo el nivel del mar, tiene unos 80km de largo y 16km de ancho, pudiéndose divisar desde un lado la costa opuesta; en este caso nosotros desde Jordania veríamos la costa israelí.
El Mar Muerto recibe sus aguas del río Jordán y del Mar Mediterráneo, pero de ahí no desembocan a ningún otro lugar, sino que se evaporan produciéndose así una alta concentración de minerales y salinidad (10 veces más que en el Mar Mediterráneo), lo que hace que sea prácticamente imposible hundirse en él.
Llegamos al mar muerto a primera hora de la tarde, procedentes de Jerash, justo a tiempo para meternos en el agua y contemplar un bonito atardecer.
A pesar de estar en diciembre, la temperatura era agradable. Un día antes en Amman, situado a tan solo 50km, pasamos bastante frío, por lo que nos entraron serias dudas sobre si podríamos disfrutar de un baño en las aguas, aunque un taxista allí nos comentó que en el mar muerto, debido a la altitud, la temperatura suele ser unos 10 grados más que en la capital, así que echando cuentas esperábamos unos 22-24 grados para nuestra estancia allí… suficientes para poder darnos un chapuzón!
Flotar en el Mar Muerto
La sensación de flotar en el mar es una gozadaaaa y un poco difícil de explicar. Intentas hacer fuerza para meter el cuerpo bajo el agua pero ésta enseguida te escupe hacia arriba, algo parecido a como si tuvieses una pelota de plástico entre las piernas. A pesar de las propiedades hidratantes, curativas y hasta rejuvenecedoras de sus aguas, no recomiendan baños de más de 15 minutos, ya que a partir de ese tiempo la piel empieza a resentirse un poco, sintiéndose picor y escozor.
Alojamiento en Mar Muerto
El lugar en el que nos alojamos en el Mar Muerto fue Mujib Chalets, un hotelito que nos encantó desde el momento que lo vimos en internet! Alejado de todo, es casi obligatorio comer en su restaurante de cocina árabe, ya que aunque no es barato, es la única opción.
Y lo mejor del hotel la habitación frente al mar con una gran cristalera que hacía que tuviésemos las mejores vistas desde la cama!
Por la noche decidimos dormir con las cortinas de la habitación completamente abiertas. Frente a nosotros teníamos un gran ventanal y frente al mismo, el mar. Desde la cama veíamos a un lado las luces de varios pueblos israelitas, y al otro, la carretera que bordea la costa y cuyos coches iluminaban el agua a su paso como si de faros se tratasen. Con esta estampa caímos dormidos; apenas eran las nueve de la noche pero tampoco había demasiado que hacer allí.
Para el día siguiente barajamos varias opciones: junto al hotel salen muchos trekkings que recorren parte de la Reserva de Mujib, pero es sobretodo en los meses entre abril y octubre, cuando merece más la pena ya que recorren impresionantes cañones de agua. En los meses de invierno solo los trekkings «secos» están disponibles, el cual finalmente decidimos no realizar.
Así que por la mañana lo que hicimos, y que se nos había quedado pendiente la tarde anterior, fue acudir al Baptism Site de Jesucristo, el tramo del río Jordán donde Jesús fue bautizado, y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2015.
Por la posición geográfica, lo ideal hubiese sido, en el trayecto entre Jerash y el Mar Muerto de la tarde anterior, haber parado en el Baptism Site. Sin embargo en invierno este lugar cierra pronto (última visita a las 15:30h), por lo que seguimos directos hacia nuestro hotel en el mar muerto.
En el Baptism Site existe un pequeño centro de visitantes, en el que se paga una entrada y se toma un autobús que nos lleva al sitio exacto del bautismo. Para visitarlo solo se puede hacer mediante tour guiado, al menos desde el lado jordano.
Un guía nos acompañó en todo momento, y junto a él en primer lugar vimos una parte del río, que más que río es una charquita de agua turbia… todos nos quedamos un poco parados, ya que esperábamos algo más. El motivo es que el cauce del río ha cambiado en estos 2000 últimos años, y por lo que donde antes había un curso generoso de agua, ahora no queda más que ese agua estancada! A continuación nos llevaron a ver un sitio arqueológico con restos de iglesias, monasterios y capillas bautismales de origen romano y bizantino, y después la nueva iglesia y a otra parte del río, limítrofe con Israel. Esta fue la parte más curiosa de la visita, ya que contemplamos como en la orilla israelí, a apenas unos metros, decenas de personas, vestidas con túnicas blancas, se metían en las aguas para bendecirse/bautizarse.
Tras la visita regresamos a nuestro chalecito y disfrutamos de otro baño. Comimos allí, y con las mochilas en el coche nos fuimos a la ciudad de Al Karak, donde visitamos su castillo. Al Karak estaba más o menos de paso (tuvimos que coger una ruta un poquito más larga) hacia Wadi Musa, que sería nuestro destino final de la tarde, y donde pasaríamos los siguientes días visitando uno de los lugares más maravillosos del mundo.