San Juan del Sur ha sido nuestra siguiente parada en Nicaragua. Tras 4 días surfeando en Popoyo, y aunque nos apetecía seguir allí cogiendo olas, nos desplazamos un poco más al sur y fuimos a este famoso destino turístico, situado muy cerca de la frontera con Costa Rica.
En San Juan del Sur también se puede surfear; de hecho lo hicimos los dos días que pasamos allí, aunque no en el mismo pueblo, sino en playas cercanas a las que se pueden acceder en algunas de las muchas furgonetas que salen cada día desde la calle principal.
Nuestro primer día la playa elegida fue Playa Maderas, donde pudimos disfrutar del sol y las olas. Además, en la playa hay 3-4 restaurantes y chiringuitos donde poder comer. Allí pasamos todo el día y poco antes del atardecer regresamos a San Juan, en donde salimos de fiesta. San Juan es conocido entre otras cosas por su fiesta. Son muchos los turistas que acuden allí por ese motivo, ya que son numerosos los bares y discotecas que abren cada noche. Un fuerte contraste este con otras ciudades del país, en las que reina la paz y tranquilidad en cuanto se pone el sol.
El día siguiente lo pasaríamos en Playa Hermosa, una playa inmensa que también contaba con muy buenas condiciones para el surf. Y allí estábamos pasando el día, entre el agua y el único chiringuito que había, hasta que Gabi sufrió un percance: cuando se estaba metiendo en el agua pisó una raya, que le picó en ambos pies. En seguida cayó al suelo, con los dos pies sangrando, y un dolor fortísimo. Casi sin poder andar, le ayudé a llegar al chiringuito, y allí le prepararon un barreño con agua caliente para calmar el dolor. Según nos contaron los empleados, es bastante habitual que ocurran esas cosas. De echo, minutos antes, a un argentino que estaba allí también le picó una, aunque en un solo pie. Cuando estuvimos en Popoyo ya nos dijeron que en la costa pacífica de Nicaragua solía haber rayas en la orilla, por lo que la mejor forma de entrar en el agua era arrastrando los pies.
Gabi estuvo el resto del día sin moverse de la silla, y yo ya apenas me atreví a meterme mucho por el agua, por lo que pasamos el toda la tarde en el chiringuito, desde el que eso sí, pudimos ver un gran atardecer.
Cuando ya se puso el sol una furgoneta nos recogió y nos llevó de vuelta a nuestro hostel en San Juan, donde empezamos a organizar las mochilas: en pocas horas comenzaríamos un largo día de traslados.